La decisión sobre qué purificador instalar en casa debería empezar por una pregunta simple: ¿cuánta independencia quieres obtener respecto de la calidad del agua que entra? Eso define si necesitas mejorar sabor, olor y contaminantes comunes principalmente, proteger instalaciones, o lograr seguridad máxima frente a todo tipo de contaminantes disueltos.
La regla práctica: cuanto más independencia quieras, más compleja suele ser la solución.
- Si sólo quieres quitar cloro, herbicidas y pesticidas comunes y mejorar el sabor: un un filtro de carbón activado en bloque de fibra de coco suele bastar.
- Si quieres eliminar bacterias y el agua no está tratada con cloro: Un filtro cerámico ó una membrana de Ultra-filtración serían suficientes
- Si quieres reducir metales pesados, los filtros con KDF o Resinas de intercambio iónico, contribuyen en buena medida.
- Si además quieres proteger calderas, calefones, grifería y tuberías de incrustaciones de sarro y oxido: sumar polifosfatos ayuda.
- Si buscas la mayor independencia posible frente a sales, metales pesados, nitratos, químicos eternos (PFAS), radiactivos naturales, virus, bacterias o contaminantes emergentes complejos: necesitas ósmosis inversa (RO) protegida por pre-filtros y carbón activado. Si además quieres buen sabor, una etapa de remineralización (PCC) luego.
Por qué “elimina X” casi siempre significa “reduce en X%”
En el mundo del tratamiento de agua rara vez se habla en absolutos. Cuando un fabricante o un estudio dice que un medio “elimina” cloro, pesticidas o bacterias, lo que está comunicando es una reducción: normalmente un rango porcentual medido bajo condiciones controladas (concentración inicial, tiempo de contacto, caudal, temperatura, etc.).
Dos puntos clave:
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Condiciones de laboratorio ≠ condiciones domésticas. Las eficacias publicadas suelen provenir de pruebas estandarizadas. En el hogar, el caudal, la temperatura, y el estado del cartucho afectan el rendimiento.
- Breakthrough: los medios como el carbón activado se saturan con el tiempo; cuando esto ocurre, su eficacia cae. Por eso es importante reemplazarlos siguiendo las indicaciones proporcionadas por el fabricante.
Ejemplos prácticos de rangos (orientativos)
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Bloque de carbón activado (de fibra de cáscara de coco natural): reduce cloro libre en >99% en condiciones normales; para pesticidas y herbicidas y otros VOCs, la reducción puede variar ampliamente -desde ~60% hasta >95%-dependiendo de la molécula específica, su solubilidad y el tiempo de contacto.
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Membrana de Ósmosis Inversa (RO): suele eliminar la gran mayoría de sales disueltas, contaminantes orgánicos e inorgánicos y muchos metales pesados (con reducciones típicas en el rango 90–99+% según el analito). También rechaza bacterias y virus con tasas de reducción típicamente >99.99%.
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Filtros cerámicos: retienen bacterias y protozoos de forma muy efectiva (rangos habituales 90–99% o más para bacterias y quistes, según tamaño de poro y mantenimiento), pero no son fiables para virus . Los virus son mucho más pequeños que los poros cerámicos típicos, por lo que la remoción de virus es variable y no debe asumirse completa sin tratamientos complementarios (desinfección, UF/RO, etc.).
- KDF / Resinas de intercambio / polifosfatos: no están pensados para “eliminar” en sentido absoluto, sino para reducir metales pesados en cierta medida, o prevenir incrustaciones y se utilizan en combinación con otros mecanismos de filtrado. También son utilizados para prolongas la vida útil de los propios filtros.
Por qué los rangos importan para elegir equipo
Dos consumidores pueden leer “elimina pesticidas” y pensar lo mismo, pero las diferencias son enormes: ¿se trata de 60% o de 98%? Para decidir, idealmente necesitas:
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Saber qué contamina el agua (análisis de laboratorio).
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Conocer el objetivo: ¿sólo sabor? ¿seguridad microbiológica? ¿protección frente a metales, nitratos y químicos eternos (PFAS)?
- Elegir la tecnología que entregue la reducción necesaria en condiciones reales, no solo en la ficha técnica.
Un par de aclaraciones técnicas útiles
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Tiempo de contacto (EBCT): el carbón y otros medios funcionan mejor cuanta más exposición tenga el agua al medio. A mayor cantidad de carbón activado y menor flujo de agua, más tiempo de contacto y más eficiente la reducción de contaminantes.
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Tamaño de poro : las membranas de Ósmosis inversa tiene poros extremadamente finos y “filtran” incluso sustancias diez mil veces más finas que el grosor de un cabello humano; la cerámica tiene poros más grandes y por eso es excelente para bacterias/protozoos pero no para virus por ser más pequeños.
- La combinación es la clave: un buen diseño combina etapas para cubrir límites de cada una (sedimento → CTO → RO → PCC, por ejemplo).
Aplicación práctica
Pensando en escenarios reales:
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Máxima independencia: equipos tipo P Series integran pre-filtros de sedimento, filtros compuestos que protegen la membrana, membrana RO de alta precisión y etapa de remineralización PCC al final. Esa arquitectura aplica la lógica “proteger → purificar → remineralizar” y está pensada para situaciones donde la fuente (pozo o red) puede tener contaminantes disueltos.
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Menor complejidad operativa: si buscas reducir riesgo microbiológico y mejorar sabor sin llegar a RO, opciones como un sistema UF 4 en 1 (ultrafiltración + afinado) entregan buena protección frente a bacterias y partículas finas con menos mantenimiento técnico.
- Durabilidad y seguridad material: modelos con carcasas en acero inoxidable SUS304 y componentes de grado alimenticio reducen el riesgo de migración de plomo o BPA —un aspecto crítico que no debe pasarse por alto porque los materiales pueden convertir un agua filtrada en una nueva fuente de exposición.
Elegir bien es conectar lo que quieres asegurar (independencia total, sólo mejor sabor, protección de equipos) con la tecnología adecuada, con expectativas realistas sobre porcentajes de reducción y combinarlo con las posibilidades económicas de cada uno.